miércoles, 10 de abril de 2013

EL VAGABUNDO-MAESTRO ZEN

“Vos escribiste alguna vez un diario, con toda tu vida?  Ahí no podés mentir, no podés dejar nada afuera” me dice “tenés que decir toda la verdad.  Aunque no te guste” termina.
Y así, en dos frases, me resume las razones por las cuales me cuesta tanto que esto (la escritura, la vida) pase.
Y así, en dos frases, yo le cuento, aunque nunca lo había visto antes. Le hablo a los ojos, hacia adentro de esos ojos que no temen mirarme. Lo miro mientras pienso que yo a mí misma no me puedo mirar, mucho menos leer.
Me da su cuaderno recién empezado, escrito en imprenta, super prolija, cada letra a la misma altura de la otra. Lo pienso ahí, en el banco de alguna plaza, todo volcado sobre el cuaderno, concentrado sólo en eso: las letras, antes que las palabras, la respiración y los trazos. Lo veo como un vagabundo -maestro zen de caligrafía, orando en plena Barrancas de Belgrano.
Él me ofrece su historia, me invita a formar parte de ella,  así que yo también escribo en su cuaderno.
Al lado de las suyas mis palabras parecen que se escaparan.  Mi letra toda deforme y movediza, rápida y poco paciente. Sin raíces. Sin base. Sin altura. Sin cuerpo. Disolviéndose en el reglón, muriéndose hacia la derecha.
Comparo las escrituras (claro que las comparo!)
En una página leo su vida, simple, un haiku lleno de sabiduría. Miro y veo dedicación, entrega, paciencia, serenidad. Veo amor, pero sobre todo, veo fe!
En la otra veo, bueno… me veo. “Capaz que no entendés mi letra” digo. Capaz que no quiero que me entienda. Ni él, ni nadie, ni siquiera ahora.
Nos despedimos. “Tenés mucho que enseñarnos” le digo; pero sólo porque no me animo a decirle lo que realmente siento: “Gracias Francisco. Por favor, enseñame.  Enseñame a escribir.”

1 comentario:

  1. Buen día!
    Necesito contactar a quien tabaja en el Grupo.
    Me pasan un tel o me llaman al 15 6851-1048 ?
    Gracias Martín

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