lunes, 22 de octubre de 2012

Si quieres te acompaño en el camino

Las historias de la calle también pasan puertas adentro.  A veces son las oraciones cantadas frente altares improvisados, o el silencio de la contemplación, los que unen más que la palabra. Presencias reales y pasadas, despedidas y encuentros aglutinados por la risa. Una comida (para todas las preferencias) alrededor de una mesa intercambiando anécdotas, y debatiendo utopías, propias algunas, prestadas otras pero, ante todo, compartidas.

Las historias de la calle nos hacen compañeros. Y nos encontramos, lado a lado, riendo, como Él (como ellos) a la mesa; reposando en los demás…permitiéndonos el descanso, lamiendo heridas y recuperando fuerzas, estrechando los lazos para mañana, más firmes, más llenos de Su presencia (que siempre estuvo en nosotros) retomar el camino.

Y hoy, nos veo más altos.

domingo, 14 de octubre de 2012

Amores que Matan.




Nos habían dicho que estaba el perro en el Mc sentado desde hacía rato, se había ido de su casa, se había peleado con su mujer. Llegamos y lamentablemente estaba ahí sentado, arriba de su bolso contra una cortina de un negocio de Cabildo. Cuando lo saludamos ya nos dimos cuenta de su animo, ni una sonrisa, ni una palabra, solo la mano extendida.

¿Que te pasa Perro?
Me fuí Loco, no puedo más, me duele todo. Me pelié con la gorda, ya me cansé me quiero ir a morir solo, allá en la montaña y pelearme con ese hijo de puta de arriba, reclamarle todas las que me hizo.

Aparecieron las lagrimas, aquellas que estaban estancadas. Las lagrimas propias de un ser humano que no tiene más que ofrecer al mundo que su propio dolor, ya vencido.
 Mientras charlabamos, pasó su mujer. Dejé a los chicos para que  charlaran con él y me fui a buscarla, se había metido adentro del Mc.
  La agarré saliendo, con un montón de sobresitos de azúcar entre las manos, me miró y me hizo un gesto de "no" con la cabeza. Le dije desde afuera con las manos que venga, me volvió hacer el gesto de negación y rompió en llanto. Ahí, medio arqueada sobre sí misma, llorando. No supe que hacer.. me acerqué, la abracé "No puedo estar sin él en la casa, no se que voy a hacer. Encima estuve mal hize que me pegara" Vi su cara, toda raspada en un costado y su dedo anular. indicándome que le había pegado en las costillas "Si no era por el dueño de la pieza, me tiraba por el balcón" Solo atine a darle un abrazo y dejarla seguir llorando.

-Decime que te dijo.
-Ya lo sabes, que te ama. Bancame que voy a hablar con él.
-Encima me devolvió el anillo, no va a volver más. Yo tengo la culpa.
-No! Vos no tenes la culpa de nada.

Me acerqué mientras Valle se iba a charlar con ella y Pablo y yo nos quedamos con el perro. Le dijimos que  no podía pegarle así y el nos respondió: Por eso me fui, la estoy cuidando de mí. 
 Le propusimos charlar con la psicóloga, acá había un cable que se había soltado, pero ya no hay caso, aquél perro rudo ya estaba entregado. Le dijimos que no se olvidé que estamos a su lado, nos dijo que ya estaba.
 Nos acercamos a su mujer ¿Que decirle? Nos dimos cuenta que ese amor, que siempre nos pareció tan puro, estaba un poco revuelto y peligroso.
  Tal vez lo que le dijimos esta más claro en un segmento de un libro que había leído por la tarde (por algo habrá sido):

"Uno de los grandes daños que nos hace esta sociedad llamada de consumo, pero de consumo para unos pocos, es el de hacernos creer que el amor es una cosa dulce, más o menos afectuosa. No. Por amor, muchas veces me veo obligado a hacer sufrir mucho a los seres que amo. Amar. Amar verdaderamente ¿Que es? Es buscar el verdadero crecimiento del otro; buscar que el otro desarrolle su capacidad de hacer... Y eso a veces es muy doloroso"


  Le explicamos que el perro en realidad la estaba cuidando, que lo mejor es que el ahora no estuviera con ella. Que no estaba bien.
¿Pero va a volver? Preguntó. Nada esta dicho por ahora Chili, ahora tenes que aceptar que él no esta bien y que no pueden estar juntos. Se puso a llorar.. Sabemos del amor que se tienen, lo vimos nacer en la calle, era lo único bueno que les había dado la calle. Pero lo nuestro también es amor, no prometer nada y tener que decir que no.

Cuando nos fuimos nos dijo: Gracias por escucharme. Respondimos que para eso estamos.
Pero yo para mis adentros pensaba
"Gracias a vos por compartirte en tu dolor"...










miércoles, 3 de octubre de 2012

El Perro



Con los ojos redondos y la mirada desafiante. Una charla que no es charla, es monologo para preopotear y escupir todo ese veneno. Si alguno pasara por ahí y viera esa escena, pensaría que estaban discutiendo. Sin embargo, no es así. El dolor tiene esas facetas oscuras que desfiguran la verdad de la trama y que ante lo destructivo del vacío, porqué eso es el dolor, simula un lugar de poder y pone en un enemigo externo las balas de la guerra interna.
A él la vida no le había jugado buenas pasadas. No hubo familia, hubo golpeadores. No hubo cuna de oro, hubo pobreza. No hubo educación, hubo curso formativo en robo a mano armada. No hubo nietos por parte de su hijo muerto.
  Se quiso levantar y se levantó y en su monologo hay una frase que parece subrayada con resaltador "A mi el sistema me destruyo". Nosotros lo mirábamos, lo escuchábamos pero no acotábamos ¿Para que poner palabras a la crudeza de la verdad?
Hablaba de la revolución y del Sub comandante Marcos -así la cosa no va más-. La guerra interna, otra vez, desfigurada en el exterior.
Entre tanta crudeza y dolor pude ver las lagrimas que no fueron derramadas perdidas detrás de las pupilas, pancartas y piquete en el conducto lagrimal.

Las charlas se fueron dando. Nosotros apuntalando, abrazando, consolando, rezando, implorando no terminar en cualquiera. Él mostrando el cuchillo y dando seminario de como aplicarlo.
Hasta que un día, mientras veníamos en la nuestra, con el mate bajo el brazo, nos pegó un un grito:       "Ey! Buenas nuevas! Me volvieron a contratar en el bar! Tengo trabajo de nuevo, vamos loco!". Por consiguiente: Abrazos, fiesta, saltos, felicitaciones. La alegría de poder compartir esa felicidad con él y su mujer. Nos fuimos creyendo que era un nuevo comienzo, la utopía realizada. Mientras seguíamos en el camino uno de los chicos dijo: Que bueno que pudo! Que bueno que lo pudimos ayudar! Me sonreí y contesté: No negrito. Que bueno que pudimos estar a su lado! Esto lo logro él. Nosotros somos meros instrumentos.

Ayer a la noche lo encontramos empujando el carro. Otra vez las caras largas, otra vez la desocupación y como bonus track: un flamante embarazo y las incógnitas de cuando no hay pan bajo el brazo....La calle y sus vueltas...